domingo, 27 de julio de 2008

Viajar...8ª parte

París...o ciudad del amor, aunque yo prefiero catalogarla de ciudad del glamour. Todo a lo grande, y muy chic, nuestras tendencias se rigen principalmente por Londres y por París, he de reconocer, que mis gustos se encaminan hacia Londres, en cuanto a lo que moda se refiere, pero París, como cada ciudad, tiene rincones especiales...ah! y mucha lluvia durante todo el año.

Nosotros fuimos 5 días en pleno temporal, pero mereció la pena y pudimos disfrutar, aunque ateridos de frío de gran parte de la ciudad.

Puente de Alexander, que te lleva al hotel de los Invalidos, y la tumba de Napoleón. Detalles en oro por todas partes, la tumba está echa de pórfido rojo importado de Rusia, se trata de una piedra magmática difícil de destruir.

El gran arco de la Defensa, donde Jean Michael Jarre, dió su mítico concierto, allá por el 89 en conmemoración a Jacques Cousteau. Es un cubo casi perfecto, que no tiene nada que enviadiar en cuanto a tamaño a la poderosa Torre Eiffel. Sólo mide 20 metros menos, y se puede subir a la cima en uno de los ascensores cilíndricos y transparentes en el interior del cubo. Contiene oficinas, y en la parte superior hay un museo, un restaurante y tienda de souvenirs.

La magistral Torre Eiffel, con sus tres pisos, y gran antena, el temporal no permitió que subiéramos al último piso, pero me conformo con todo lo que ví en el segundo. Se puede apreciar desde cualquier punto de la ciudad. El monstruo de hierro que lo llamaron al finalizar su construcción con motivo de la exposición universal de 1889. Y diseñador de la archi-conocida estatua de la libertad, que se envió como regalo a la ciudad de Nueva York en partes. Como en otros puntos del planeta, París cuanta con su pequeña libertad, no muy lejos de la Torre.

El arco de triunfo, donde está la rotonda más grande del mundo con desembocadura de 12 avenidas, entre ellas, los campos Elíseos claro. Imponente, como todo en París, o casi todo. Se puede visitar la parte de arriba por el interior del arco, donde te encuentras con un museo, y la historia de su creación, ordenado por Napoleón en memoria de su victoria.

Notre Dame, en pleno barrio latino, muy cerca del palacio de justicia, del barrio de Sant Michel, Sant Germain, y el museo Pompidou de arte moderno. Mítica obra gótica, que tuvo que ser reformada en varias ocasiones antes de ser terminada definitivamente ya que al ser un proceso tan largo de construcción la obra se quedaba desfasada muy rápidamente, con uno de los órganos más grandes de Europa, sus gárgolas, el rosetón central y las vidrieras coloridas, puedes recrear en tu imaginación la obra de ballet clásico basado en ella. Las luces del interior, se iluminan y se apagan tenuemente, dando un aspecto algo tétrico a esas velas artificiales, y si te fijas en las telarañas...

El molino rojo, en pleno barrio Montmartre, donde nos hospedamos, que rincones, que barrio tan bonito!!! con sus puestos en la calle, mostrando una calidad excelente. cuestas importantes, el barrio de los artistas, y en su colina el Sagrado Corazón. El molino es muy pequeño, pero tampoco he visto el interior del cabaret...quién sabe, este barrio, es moderno, pintoresco, con su rincón del erotismo, lleno de color.

Esta es la sábana santa o el sudario de Turín, que no es el lugar original en París, pero visitamos Sant Sulpice, para mi visita obligada, por el pasaje del libro, el Código Da Vincci, donde se encuentra su Nomon, un aparato que ubica exactamente los solsticios de verano, invierno etc. Obra original que se encuentra en esta iglesia, y no el meridiano, como fantásticamente nos contaba Dan Brown, aunque a mi me encantó la historia. Bien, pues descubrimos que esta iglesia tenía cedido por una temporada el sudario, y como es lógico, no pude por menos, que acercarme a verlo con mucho detenimiento.

El bellísimo Sacre Coeur en la cima del Montmartre, se puede subir en funicular o escalar las estupendas escaleras que te van llevando por la colina, pero te va a dar igual, para entrar en el interior hay que subir más escaleras. El sagrado corazón, inicialmente fue concebida como un monumento público para rendir homenaje a la memoria de los numerosos ciudadanos franceses que habían perdido la vida durante la Guerra franco-prusiana y para expiar los pecados cometidos por la comuna. Fue el arquitecto Paul Abadie quien ganó el concurso para su construcción.

Y por su puesto el Louvre, una de sus pirámides y el palacio al fondo, que puedo decir, del lugar que guarda cientos de obras maravillosas, como el cuadro más famoso del mundo la Gioconda, salvaguardada por un cristal anti balas, y no te dejan aproximarte a más de dos metros, aparte de otras obras de Leonardo. Sensacional. Aunque para muchos franceses, la idea de Francois Mitterrand de poner semejantes pirámides no gustó y lo llaman la cicatriz de París, ellos son así.

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